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Talca, Chile
Lo único que tengo claro es que nací en Chillán. De ahí para adelante es una enorme nebulosa.
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lunes, 24 de diciembre de 2007

Voces


Aparecen como polvo sobre los muebles. Se asoman a mis ojos con sus zapatos tristes o se van tras mi sombra con un sombrero de nubes.


I
Véalos, Usted,
con sus capitas rojas.
Casi levitosos.
Susurrando apenas.
Por creerse hijos del cielo.
Esos percuétanos
que nunca verán
la cara
de Dios.



II
¿Qué
palabra
hay
para
una
piedra
que
sangra?



III
Hablé por ti.

Subí a la cumbre
de tus senos minúsculos.

Escupí
los nombres escritos en tus muros.

Y meé como un perro
sobre esos pastos ajenos.




IV
Hace tiempo que arrastro
una sombra
que no es mía.

Casi
como un viajero distraído
que coge un día ajeno
para volver.



V
Debo parar ahora.

Detenerme
sobre una calle conocida.

Sacudir de mi sombra
los días inservibles.

Escupir de mis dientes
el polvo de la Muerte

Y... para qué?.



VI
¡Qué noche esta !

... los trenes corren
como lobos
bajo la luna!.




VII
Con agua del mar
llenaré el océano

... después te olvidaré.



VIII
Mi soledad
sólo es rota
por los crujidos
de la casa
mientras acomoda
sus huesos
en el hastío.



IX
Se amotinan las palabras
dentro de mí.
Golpean con fuerza contra mis muros.
Trepan a mis ojos,
se disfrazan de tu imagen,
intentan separar mis dientes desgastados
y reúnen más dolor
por si te nombro.



X
Las horas
crujen
en extraña pantomina
y
el reloj
mira
desesperado
hacia tu recuerdo.



XI
Adivinen el aire.
Su paso silente
entre mil mujeres bellas.

Adivinen el aire.
Rozando apenas,
haciendo estremecer
y
siempre,
siempre alejándose !.



XII
Lo que hay entre estas letras
no alcanza para una foto
ni
para un boceto extrañamente sugerente.

Lo que hay aquí
apenas son indicios.
Retazos casi ciegos
y
aún así
no basta el mundo !.



XIII
¡ Hermosa se veía
la cierva en el contraluz !

... esa noche
mi instinto
aulló
todo su dolor
bajo la luna.



XIV
Burdo espejismo
es el helicóptero,
del picaflor
que lo mira
y me sonríe.



XV
La noche viene
cabalgando un caballo reventado,
desmesurados sus ojos,
al igual que el loco
que ansía
su propia luz y la suplica.



XVI
Tienes tú razón :
Yo... soy nadie.

Sólo uno más que pasa por las calles
- entre tanto ciego -
rodeado
de inmensa, inmensa luz.



XVII
Cuando vuelva...

Cuando regrese...

Cuando la puerta se abra
como un barco
hacia el océano.



XVIII
...las gafas
del reloj
que dejaba
caer
gotas de polvo
sobre el mediodía.



XIX
Soy
como una casa deshabitada :

cada cierto tiempo
hay que entrar en ella
para
barrerle el alma.



XX
Nosotros...
que sorprendimos al asombro.
Que dejamos
rastros de luces
sobre la faz del sol

...que fuimos
tan inmensos
como el vacío.