Mi infancia fue denunciada por alguien del barrio
que me tenía mala.
Llegaron, entonces,
los tipos de civil
y se la llevaron a patadas en mitad de la noche.
Nadie dijo nada porque reinaba el miedo.
Hay testigos sí
de que aguantó todas las torturas
y como no pudieron con su pureza,
la tiraron al mar desde helicópteros,
la fusilaron en desiertos y casas abandonadas.
Le tendieron emboscadas en esquinas imposibles,
la sepultaron en faldeos de cerros y en mil tumbas
sin nombre.
Pero, mi infancia
siguió viva y sonriendo
y se encuentra por aquí,
en un rincón profundo y tibio
de este,
mi viejo corazón de cicatrices.
II
Cuando niño me dijeron :
¡Crece y hazte hombre !
Obedecí :
Crecí y me hice hambre.
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