Los palos se olvidan. La corriente aplicada. La verguenza de vaciarte frente a sus risas enfermas. Incluso el terror que te hacía llorar en vez de guardar un altivo silencio. Se olvida con el tiempo. Se hace lejanía. Mas no llega la paz. Sólo un inmenso, inmenso silencio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario