I
Imagínense ustedes
los esqueletos
de mil cajones manzaneros
-de huesos amarillentos y tristes-
amontonados
en el mausoleo familiar de los sueños.
Porque eso era el puesto
que tenía mi padre en el mercado de Chillán.
El resto,
sólo
breves recuerdos
adornados por cerezas
en Noviembre.
II
Usted escribe sin patas ni cabeza.
Cambie de oficio.
Para esto,
se necesita recitar de memoria.
Escribir, por ejemplo,
homenajes rimados para gente bien
o -por lo menos- vestirse de poeta
TODOS
los días del año.
Como le digo,
si me regala un cajón de uvas,
le sobaré el lomo hasta que vuelva
la sonrisa a su mirada.
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