Para olvidarte,
Acerco mis manos a un brasero imaginario.
Pienso en las constelaciones desnudas sobre
La sábana nocturna.
La sábana nocturna.
Me digo
Que la infancia resucita si la nombro mil veces.
Que estas lágrimas son sólo gotas de rocío
Y que el dolor que te nombra
No es más que frío
Sobre mi magro pellejo
De perro enajenado.
Y es que, a veces,
Para olvidarte,
Acerco mis manos
A un brasero imaginario.
II
¿Por qué se olvidan
Las hojas
Que no quieren al árbol
Y se marchan?.
III
III
Me dicen
Que cómo puedo creer en fantasmas a mi edad.
Que debiera madurar.
Pararme sobre un montículo de responsabilidad
Y
Sin mirar a la distancia,
Porque parezco loco.
Que no diga nada con mis ojos
Para que la gente no piense cosas equivocadas.
Que,
En fin,
Debo ser menos yo.
Que,
Cómo se me ocurre.
Que me vaya derechito ya a la cama
Y que nunca,
Nunca más,
Suelte estrellas de mis manos.
IV
IV
Me dijiste,
Medusa,
Que no fue culpa tuya.
Que,
Simplemente,
Un día te miraste el corazón
Y se te hizo piedra.
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