I
Desde el momento
en que te acostaste
-desnuda-
sobre mí,
fuiste mi espada de
Damocles.
II
A partir de hoy,
hago uso
de mi derecho
constitucional
de mear fuera del tiesto.
De no responder
pregunta alguna.
De mirar fijo
lo que me venga en gana.
De andar a pié descalzo
por la orilla de tu sombra.
De pararme vertical
sobre el olvido.
... Y que
todo
todo
sea
diferente.
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