I
Debí ser
el ejemplo de la familia.
El que sacara la cara
por
los que se fueron al infierno anhelando
la gracia.
Debí ser
el que salvara al mundo de sí mismo.
Una especie
de niño hermoso.
Como el que aún sueña
mi madre
desde su tumba.
II
No voy a negarlo:
Escribo porque sí.
Aunque me cuesta un mundo
tomar el lápiz
con estas manos tullidas por
la angustia.
Lo demás,
es un tremendo misterio.
III
Que abran botellas de tequilas
o que vistan pomposas capas
de colores.
Que se embriaguen de
su propia labia.
A mí,
déjenme con esta rabia arcana.
No voy a ir al mundo ni a sus brazos.
Simplemente,
voy a vestir este pellejo de perro
como si fuera un hábito perpetuo.
Porque,
¿para qué son las puertas,
sino para cerrarlas?.
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