Nunca voy a ser un gran poeta
porque no quiero que me encierren en bibliotecas vetustas.
Ni que me lean -de mala gana-,
en los colegios.
No quiero ser tema de doctos señores
ni prostituto de editores.
A mí me basta
una sonrisa de recuerdo
o, simplemente,
una buena carcajada de desprecio.
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