I
Generalmente,
El día tocaba la ventana
Con una camisa de luces despeinadas.
Venía alegre ,
Con su sonrisa de ebrio
Plagada de hojas del vestido de la noche.
Ambos tenían muchos secretos.
Y era común pensar
Que se entendían.
La verdad es
Que quería contarte
Que en tus ojos
Las mañanas vivían para siempre;
Pero,
Tú
Sólo me pedías que te clavara,
Que te tratara como a una perra.
Que te diera
A más no poder,
Ya que aún
Me quedaban diez minutos.
Llega, mi amor. Acaba.
¿Verdad que soy rica?
¿Verdad que te gusto?
Dime,
¿Me harás un regalo cuando acabemos?
Luego,
La noche abrió puertas extrañas
Y dos
Sombras lloraron en silencio.
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