Vladimir
perdió su cordura en una pieza triste.
Perdió
el recuerdo de sus amigos.
Sus dientes
también se perdieron con el tiempo.
Encontró,
eso sí,
ideas extraodinarias.
Violentos segundos
como la voz de Dios.
II
Hicieron lo posible:
Me mandaron a la escuela,
al liceo.
Un poco a la universidad.
Me pararon en la puerta del mundo.
"No me gusta", dije, "Lo siento"
y me largué
a pié descalzo
por los vericuetos
extraños
de mí mismo.
III
Disculpen que no escriba delicado.
Me cuesta mucho con estas manos
entumecidas por la vida.
Por eso hablo poco,
porque tengo por voz
un ladrido de perro callejero.
Pellejo tengo en vez de piel.
Sombra, quizás, pero
empeñada.
IV
Tribilín era flaco.
Nació en alguna parte
y murió joven.
Yo lo vi
escribir
poemas de dolor
con sus pies descalzos
en el invierno.
V
Los dientes
son como los hijos:
Se van dando un portazo
diciendo
que nunca los cuidamos
como se merecían.
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