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Talca, Chile
Lo único que tengo claro es que nací en Chillán. De ahí para adelante es una enorme nebulosa.
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miércoles, 10 de septiembre de 2008

Fierros viejos y otras especies.

I


¿ Qué saben ustedes de mi voz...?

¿Acaso han visto
a los pájaros quebrándose en la luz
o a la noche
aferrarse
como un mar viscoso contra mi piel,
cuando todo,
todo el llanto es nuevo
e invencible?




II

Me piqué...

Salí corriendo pilucho
por vuestros paisajes,
armado sólo
con el eco corrupto
de mis silencios.



III

Habrá que ver qué encuentro
entre los cachureos de mi voz...
y quizás sólo haya restos de palabras
y una sombra,
que puede ser la misma sombra
...u otra.
O quizás sólo ecos.
Ecos y más distancias.



IV

Busqué ayer
nuestras sombras
en la ciudad de entonces.
Pero, yo era el extranjero.
El viejo
al que los niños
le pedían se apurara
y
al que miraron con asombro
cuando se puso a llorar
solo
-frente a un muro-
mientras miraba
nada.




V

Mis palabras son toscas,
al igual que las rocas
con las que el mar no se atreve.




VI


Es mía esta mirada de cuchillo pobre
y este ceño
que parece insulto;
pero, que es vida.



VII


Yo no escribo para Ustedes :
Soy como un perro
que pasa su lengua
sobre su pelaje herido.
Con el bálsamo inmenso
de estas viejas
palabras.



VIII


No te inquietes si no te digo nada.

Yo soy así :
Extraño.

Y si no me encuentras,
no te asustes.
A veces,
los domingos,
bajo de mi cruz
para estirar las piernas.




IX

¡Cafiche ‘e mierda es lo que es!
Miren que hacer trabajar todo el día a Doña Teresa
Mientras él - el huevón - , se queda durmiendo
y soñando quizás con qué china mugrienta y caliente como él….
¡Se cree la gran cosa, el muy maricón!
¡Si hubiese estado mi General, ya lo habrían matado a este comunista ‘e mierda!
…Se lo habría echa’o a los pesca’o, viera usted.
Porque la muerte es lo que merecen estos huevones que ni siquiera vienen a misa como nosotras.
Y después le cuento más, vecinita,
porque ahora me toca el turno pa’ comulgar.



X

No deberían pesarme
Las palabras
Que usé como piedras contra tu indiferencia
Cuando los domingos olían a olvido
Y hacías tú brillar
El otoño
Con tus pisadas.

No deberían pesarme los silencios
Con que vestí mis ojos cuando no volviste
Ni los recuerdos que tiré sobre la tarde
Y que dejaron sangrando cristales en mi ventana.

El viento, entonces,
Corría de Este a Oeste
De mis manos mudas.

Y era eso, quizás
O sólo ausencia.









domingo, 6 de julio de 2008

Aequinoctium



I

¿ Qué hago aquí
- con los ojos rotos -
haciéndome olvido
en el vientre de la tierra.

Yo,
que amaba el aire,
el sol
y las distancias...?



II

Llegaremos allá
arrastrando las sombras y los días.

En las manos tendremos algas y caracolas.

Un resplandor de sol dejará en nuestros ojos
su espada de horizontes
y cantará la lluvia
- quizás -
sobre una calle lejana.



III

Dormir sobre los senos de la Muerte amante.

Y son mis ojos dos lunas
bajo una noche de tierra.




IV

A mí,
que fui hecho de pan y de canciones.
Que me vistió la escarcha
mientras me hacía sombra.

A mí,
que me soñó el silencio
y las alas de los tiempos.

A mí
-al bien amado-,
me han dejado los días,
desnudo,
sobre el vacío.



V

Yo no me fui cuando los otros...

Me quedé aquí.

... por eso mi sombra de distancias muertas.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Trazos de lluvia.


I

Parco perro que otea el horizonte
a desdicha del mundo.
Sus ojos escriben
distancias
que no está en nuestras manos
sollozarlas.



II

Tengo un humor de trenes
y huelo
a fierro viejo,
a café y a distancias,
a manos que se agitan, que quisieran soñar o
retener.

A silencios
que cojean
sobre estaciones muertas.



III
¿Ves?
Los charcos son para los iluminados.
En ellos se encuentra
tu rojo vestido de cristales,
tu juventud
desnuda
... el cabello que
a veces
incendiaba
mis recuerdos.



IV

Nadie podría detenerme.
La Muerte es débil frente al silencio.
Ella envidia
a las palabras,
al eco del aire,
a las imágenes
que no pudo vencer
ni sollozarlas.




V

Te olvidas
apagando
uno a uno
los días
en tus ventanas
y
cada tarde es un nuevo silencio,
un nuevo rostro
que descascara
un poco más
su imagen
de tus recuerdos.

jueves, 10 de abril de 2008

Letras del tiempo.





I
A esas señoras gordas
se las comió la muerte
y de ellas
sólo queda
- por olvido-
alguna hija cincuentona y
una foto,
quizás,
o sólo la tristeza de un ladrillo
que llora y canta
en la pared del patio
que se cae.



II
Llueve.

Sollozas.

Huye
la luz
por tus manos heridas.

Corre
hacia el vientre
tu falda nebulada.



III
Sueñoquedespiertoque
la noche me viola sin tapujos
que la ampolleta jadea como loca
que transpira
susurra
que se queja
sueño
que tus manos
despiertan
de improviso.



IV
Soy
el llanto
que arrugó la camisa de la esperanza.

Un pequeño agujero
en los bolsillos de Dios.



V
La viuda tenía
un acuario de amantes en el living

La viuda
era inquieta y calurosa

Sus gatos
no podían dormir
y miraban
fotos amarillentas sobre el sofá.

Y ella
-La viuda-
encendía sus pechos
para guiar los barcos.