Puedo oír el corazón de la tierra. La respiración acompasada del pasto tras las caricias de la luz. El rumor de los recuerdos de los añosos árboles. Y los sueños del sol mientras se aleja. Puedo oír tantas voces, ... menos la tuya.
domingo, 25 de agosto de 2013
Hoy, me he quedado callado para siempre. Pasé con altos y bajos mi funeral. Me reí con las lágrimas de cocodrilos de unos cuantos y me hubiese gustado abrazar a aquellos que, emocionados, recordaron las horas compartidas. Luego, lo mismo de siempre, el sepelio, el desconcierto. Volver lento sobre los pasos y seguir pegado a esta ventana esperando en silencio lo que nunca , nunca vendrá.